Lo más conveniente es que conservemos la botella de vino ya abierta en la nevera, pues al igual como sucede con otros alimentos, el frío ayuda a conservar el vino y a ralentizar su degradación.

Si el vino es tinto, sácalo de la nevera dos o tres horas antes de volver a servirlo.

Es conveniente conservar las botellas de vino cerradas en horizontal, pero no las que ya están abiertas, pues esto aumenta la superficie de contacto del aire con el vino y acelera su degradación.

La alternativa más recomendable consiste en emplear una bomba de vacío, la cual extraerá todo el oxígeno de la botella y protegerá al vino de la oxidación, que lo hace perder sus sabores.

Un vino que lleva abierto una semana, por mucho que haya estado en la nevera, será un vino imbebible.

Es recomendable no guardar las botellas en la cocina ni en lugares donde haya cambios extremos de temperatura.

Guarda las botellas en algún lugar oscuro, tranquilo, sin vibraciones y lejos de ruidos fuertes, donde la botella pueda permanecer recostada, de modo que el líquido esté en contacto con el corcho y se reduzca así la posibilidad de la entrada de aire.